Viejo con tanga 0 (0)

Un hombre viejo entra a una mercería y le dice a la dependienta:
– Me puede dar un tanga, de mi talla.
– ¿Su esposa tiene su talla?
– No es para mi esposa, es para mi.
La chica, sonríe y le dice:
– Váyase a dormir, señor.
El viejo, se baja los pantalones, y la chica, exclama:
– ¡Vaya calzonazos!
– Por poco tiempo, hija, por poco tiempo.

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Mago en el autobús 0 (0)

Un mago subió a un autobús que iba llenísimo a una hora punta y quiso entretener a la gente con sus trucos.
– Señoras y señores
gritaba
– Muy buenas tardes.
Nadie le hacía caso y el pobre hombre había sacado de la nada un ramo de flores.
Enfadado porque nadie le hacía caso, les anunció:
– Voy a hacer que se eleve este autobús…¡1, 2, 3!
Y entonces el autobús se elevó. Toda la gente asustada le gritó:
– ¡Bájalo, bájalo, por favor!
– Ahhhh, ¿no se creían que pudiera hacer magia, ¿eh?.
Si quieren que baje el autobús, SOPLEN TODOS.
Toda la gente empezó a soplar y el autobús empezó a bajar. La gente estaba emocionada y entonces le pidieron otro truco al mago. Éste les dijo:
– Voy a hacer que a ese viejito que va con su esposa se le suba el miembro. ¡1,2,3!
Y ¡ZASSSSSSS! La cosa se le levantó al viejito y los pasajeros al unísono exclamaron:
-OHHHHHHHHHHHHHH
Entonces se oye la voz de la viejita que grita:
-¡AL PRIMER HIJO PUTA QUE SOPLE LO QUEMO VIVO!

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Amor tranquilo 0 (0)

Un anciano y una anciana se conocen en una fiesta para la tercera edad. Después de charlar un rato, deciden ir a un lugar más tranquilo, estacionan el vehículo y hacen el amor.
Finalizado el acto y mientras volvían, el anciano iba pensando:
– De haber sabido que era virgen me la hubiera llevado a un lugar más cómodo.
La anciana sentada en el asiento del copiloto pensaba:
– De haber sabido que se le levantaba, me hubiese quitado las bragas.

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Mirar en el estanque 0 (0)

Hubo un robo en una joyería de la capital. Llega la policía y encuentra las ventanas rotas y a un viejito mendigo cerca de la puerta. Los policías dicen:
– ¡Este es el ladrón! Llevémoslo a la pileta del parque para que confiese.
Lo llevan y lo meten de cabeza dentro del estanque; lo sacan y le preguntan:
– ¿Dónde están las joyas?
El viejito no contesta nada, entonces lo vuelven a meter durante más tiempo. Lo sacan de nuevo:
– ¿Dónde están las joyas?
Nada que contesta, lo meten la tercera vez, durante dos minutos, entonces el viejito levanta una mano; un policía dice:
– ¡Ya va a hablar!
Lo sacan y le preguntan:
– A ver, ¿Dónde están las joyas? ¿Qué tiene que decir?
Contesta el viejito:
– Que llamen a un buzo porque yo no veo nada en el estanque

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