Había una vez un señor en un zoológico que estaba llorando profundamente.
En eso se le acerca un hombre y le pregunta por qué estaba llorando.
El señor le dice que se había muerto ese día un elefante en el zoológico. Entonces, el señor le pregunta que si lloraba porque el elefante era su amigo y lo quería mucho. El señor le contesta:
– No, ¡Es que me toca enterrarlo!