Era una mujer que tenía muchos hijos y todos llevaban el mismo nombre.
La madre va a sacarle el pasaporte a todos ellos, y el joven que los atiende le pregunta:
– ¿Cómo se llaman sus hijos?
Y ella le dice:
– Todos se llaman Bernardo.
El joven asombrado le pregunta:
– Señora, cómo hace usted, por ejemplo cuando los llama a comer.
Ella dice:
– Sólo digo Bernardo y todos vienen.
El joven sigue preguntando:
– ¿Y cuándo quiere que se vayan a dormir?
La señora responde:
– Llamo a uno y todos vienen.
El joven vuelve a preguntar:
– ¿Y cuándo quiere hablar con uno en especial qué hace?
La señora responde:
– ¡Entonces le llamo por su apellido!