Se encuentran dos amigos y le dice uno al otro:
– No sé qué hacer con mi abuelo, no para de comerse las uñas.
– Al mío le pasa igual, y le quite la mania de un día para otro.
– Y, ¿Cómo? A mi me es imposible, siempre vuelve a morderselas! ¿Le ataste las manos?
– Que va!, le escondí los dientes.