Se encontraron dos amigas que vivían al otro lado del cementerio, conversando se les hizo de noche y tenían que cruzar el cementerio, como eran muy miedosas esperaron que alguien fuera por el mismo camino para pedirle que las acompañara. Entonces vieron a un señor al que le pidieron que las acompañara y éste amablemente les respondió que sí. Cuando iban a medio camino, como nadie hablaba nada, una de ellas le pregunta al señor:
– Señor, ¿A usted no le da miedo pasar de noche por el cementerio?
A lo que él le respondió:
– Bueno, en realidad ya no, pero cuando estaba vivo sí.