Era una vez una anciana que fue a ver al doctor, al llegar, le dice la anciana al doctor:
– Doctor, revíseme mi oído porque me duele mucho, y no sé que tengo.
El doctor le dice a la anciana:
– ¡Señora, pero si usted trae un supositorio en el oído!
Y la anciana le responde:
– ¡Ah, entonces ya sé dónde dejé mi sonotone!